Prospección arqueológica por resistividad eléctrica

Las técnicas geofísicas se dividen en dos grupos: técnicas pasivas que sólo miden la variación de las propiedades, y las técnicas activas que producen alteración y miden el comportamiento del terreno en estas condiciones. 
La resistencia eléctrica que se definirá más adelante, es una técnica geofísica activa. Se basa en el contraste de las propiedades eléctricas del suelo. En este caso el contraste de las propiedades entre los restos arqueológicos y su contexto depende de la naturaleza de los materiales involucrado, la profundidad y la forma de los restos, la proximidad entre ellos y el contenido de humedad del suelo. Si éste contraste es suficientemente grande los rasgos arqueológicos serán detectables. 




La primera prospección arqueológica en la que se utilizó la resistividad eléctrica fue en el año de 1946 en el sitio de Dorchester-on-Thames por Richard Atkinson usando un Megger Earth Tester con ciertas modificaciones para operarlo como un dispositivo wenner (Aitken 1961: Atkinson 1952, 1953; Clark 1990). El Megger Earth Tester de Atkinson fue el primer equipo geofísico diseñado especifícamente para el uso en la arqueología (Aitken 1961).
En las mediciones eléctricas la propiedad medida es la resistencia presenciada por el suelo al paso de la corriente eléctrica. Debido a que esta resistencia es presentada por una porción específica del suelo, con dimensiones deficinidas, es necesario involucrar un factor dimensional. De esta forma la resistividad eléctrica puede ser definida como la resistencia ofrecida por un cubo de tierra de dimensiones unitarias. Hasta este momento se ha considerado que el material tratado es homegéneo, pero éste no es el caso en ningún terreno. Por ello se ha introducido el concepto de resistividad eléctrica aparente, para tratar con la resistividad eléctrica de un suelo que no es necesariamente homogéneo.  
La forma más común de medir esta propiedad es utilizando electrodos que se colocan en el terreno en arreglos que dependerán de las necesidades específicas del estudio. Todos estos arreglos introducen corriente eléctrica en el terreno utilizando dos electrodos que miden la diferencia de potencial producida por el flujo de la corriente a través del terreno con otro par de electrodos. (Carabelli, s.a.)
Uno de los arreglos más utilizados en el Wenner, donde cuatro electrodos metálicos se alinean simétricamente con respecto al centro del arreglo. Los electrodos externos introducen la corriente eléctrica, mientras que los internos miden el voltaje. En este arreglo la forma del campo eléctrico producido es similar a la mitad de una sandía, con los electrodos externos en sus extremos. La profundidad máxima es aproximadamente igual a la distancia entre los electrodos externos. La distancia entre electrodos es una de las mayores diferencias entre la aplicaciones geológicas y las arqueológicas, con la consecuente simplificación en la interpretación. En el trabajo arqueológico la distancia entre electrodos es pequeña pues los rasgos normalmente se encuentran cerca de la superficie. 

Las técnicas resistivas miden la resistividad eléctrica del suelo y otros materiales debajo de la superficie (Garrison 2003). La técnica de resistividad trabaja bajo el concepto de las mediciones de las diferencias en la resistividad eléctrica entre los diferentes materiales presentes en el área de la prospección (Bevan 1998; Garrison 2003; Kvamme 2005; Somers 2006). La resistividad se calcula utilizando la Ley de Ohm.  La distancia entre los electrodos condiciona la profunidad de 50 centímetros y en otros casos a un metro, dependiendo del método utilizado (Bevan 1998; Garrison 2003).


(Luis Barba, Radiografía de un sitio Arqueológico. México 1990. Universidad Nacional Autóma de México.)

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