Éste es un ejemplo de una técnica desarrollada con propósitos militares que encontró otras interesantes aplicaciones. En la arqueología se ha intentado usar como sustituto de los métodos eléctricos para evitar la tediosa actividad de insertar los electrodos en el terreno. Desafortunadamente los primeros experimentos mostraron que, aunque teóricamente posible, los resultados prácticos son, hasta el momento pobres.
Debido a su capacidad para detectar metales conductores, su más importante aplicación ha sido la detección de monedas y otros artefactos metálicos. Sin embrago, dado que los metales en Mesoamérica son escasos es muy limitada su aplicación arqueológica en esta región.
Existe una cierta aversión para usar los detectores de metal en la arqueología, quizá debida a la asociación de este equipo con buscadores de tesoros, pero creemos que puede tener aplicaciones arqueológicas reales.
El uso que proponemos para los detectores de metal es el de una herramienta que minimiza las interferencias magnéticas causadas por la presencia de objetos metálicos próximos a la superficie. Así puede ser una ayuda para desechar anomalías indeseables y evitar errores de interpretación en la prospección magnética. Hasta hoy, su uso ha sido para sustituir equipo costoso, como los magnetómetros, o bien para evitar métodos tediosos como la resistividad eléctrica. En el primer caso, aun cuando detectan cambios en la susceptibilidad magnética, tiene una penetración extremadamente limitada. En el segundo, estos equipos no son sensibles a pequeños cambios en la resistencia eléctrica.
El principio de la operación de este equipo se basa en campos electromagnéticos que producen o reciben sus bobinas. Durante su operación normal la bobina de transmisión produce un campo electromagnético que penetra el suelo. Sí un metal o cualquier conductor está presente allí el campo electromagnético genera corrientes parásitas, que a su vez producen un campo electromagnético secundario que emerge desde el suelo y que detecta la bobina de recepción. La señal se transforma en un indicación analógica o digital que permite las lecturas (Legal y Garret, 1982).
Ninguno de los equipos diseñados hasta el momento ha sido capaz de sustituir los magnetómetros o los equipos de resistividad, excepto bajo condiciones muy especiales. Será necesario el desarrollo futuro de nuevo equipo que supere las presentes limitaciones.
(Luis Barba, Radiografía de un sitio Arqueológico. México, 1990. Universidad Nacional Autónoma de México).
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